Señor Jesús: Tú eres la única verdad, aquella que salva, sana y cambia las vidas con poder y autoridad. Tú dijiste a los vientos y a la tempestad: "¡Calla, enmudece!" y al instante hubo gran bonanza.
Hoy en día Tú sigues declarando bonanza en nuestras vidas, porque la tempestad de esta vida, sus vicios y sus contradicciones, enmudecen ante tu Voz.
Gracias, Señor, por traer paz a nuestros corazones, gracias por estar siempre presente en nuestras barcas.
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